1. El Señor Jesús nos enseñó que la oración debe ocupar un lugar muy importante en nuestra vida
1. El Señor Jesús oraba antes de comenzar su jornada (Marcos 1:35)
35 Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.
2. El Señor Jesús oraba antes de tomar grandes decisiones (Lucas 6.12, 13)
12 En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Cuando llegó el día, llamó a sus discípulos y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles:
3. El Señor Jesús oraba cuando terminaba sus jornadas (Mateo 14:23)
23 Después de despedir a la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
1. El Señor Jesús oraba para agradecer al Padre celestial (Marcos 8:6, 7)
6 Entonces mandó a la multitud que se recostara en tierra, tomó los siete panes y, habiendo dado gracias, los partió y dio a sus discípulos para que los pusieran delante; y los pusieron delante de la multitud. 7 Tenían además unos pocos pececillos; los bendijo y mandó que también los pusieran delante.
2. El Señor Jesús oraba cuando ministraba (Mateo 15:36)
36 Tomó los siete panes y los peces, dio gracias, los partió y dio a sus discípulos, y los discípulos a la multitud.
3. El Señor Jesús oraba para que ocurrieran milagros (Juan 11:41, 42)
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo:
—Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sé que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
4. El Señor Jesús oraba en los tiempos de angustia (Juan 12:27, 28)
a. Glorificaba a Dios
b. Reconocía el poder y la voluntad de Dios
27 »Ahora está turbada mi alma, ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esto he llegado a esta hora. 28 Padre, glorifica tu nombre.
Entonces vino una voz del cielo: «Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.»
5. El Señor Jesús se sometió a la voluntad de Dios (Lucas 23:46)
46 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo:
—Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Habiendo dicho esto, expiró.